jueves, 29 de noviembre de 2012

¡No, yo no soy feminista!


El objetivo del post de hoy es intentar desenmascarar, en la medida de lo posible, como la invisibilidad que en La Historia se ha hecho del papel jugado por las mujeres y, más concretamente, por los logros conseguidos gracias a las reivindicaciones de los movimientos feministas, sesgan la concepción que tienen algunas de nuestras propias conocidas, de los derechos que disfrutan. Asumiendo estos como intrínsecos a la persona y conseguidos por el simple hecho de existir.


Mujer  de 35 años con estudios universitarios.
Madre soltera con hijo
de ocho años a su cargo al que mantiene con los
ingresos que obtiene fruto de un empleo.

 “¡No, yo no soy feminista!”.

Palabras textuales de una conversación de noviembre de 2012.


 
Durante siglos “La Historia” se ha escrito desde el punto de vista de los hombres, “los grandes hombres de la Historia", los llaman: filósofos, teólogos, historiadores... ¿Por qué?, nos preguntamos.  Por un lado, porque los escritos y documentos que han llegado hasta nuestros días fueron ellos mismos quienes los escribieron –encargándose de eliminar todo aquello creado por las mujeres y/o, en su defecto, llevando a cabo maniobras diabólicas para intentar desprestigiar a aquellas que de alguna manera removían conciencias-. Y, por otro lado, porque los protagonistas de dichos escritos siempre eran aquellos señores que tenían el control del poder y este, lo mismo abarcaba a hombres que llevaron a sus países a guerras absurdas, como a otros que se dedicaban a descubrir tierras “vírgenes” hasta el momento –para saquearlas y después también llevarlas a la guerra-.  Por lo que, esta invisibilidad del papel de las mujeres a lo largo de la historia, es la que ha llevado al desconocimiento de los movimientos de mujeres y sus logros y, en este caso concreto, de las reivindicaciones feministas.

En este S.XXI, desde una edad temprana, en los colegios se enseña de manera rotunda, sin posibilidad de duda, –hasta que una se vuelve un poco avispada y se da cuenta de la farsa- los hechos ocurridos, por ejemplo, durante la Revolución Francesa, con su fantástica Declaración de los Derechos del Hombre (1789). Se nos explican los ideales que movían la revolución de esta época y que la mayoría podemos decir de carrerilla, e incluso, “chapurrearlos” en francés: Liberté, égalité, fraternité.  Sin embargo, lo que no se atreven a decir, es que esa revolución, no fue tal revolución.  En realidad, fue una mentira, fue injusta, discriminatoria y, además, llevó el machismo hasta el límite de la abominación.  Primero, porque le negó a las mujeres participar de forma activa en su redacción, a pesar de sus propuestas concretas y que sí promovían la igualdad y la legalidad y porque, después, las excluyó de los derechos y privilegios que en ella se recogían. Así, en sus líneas se recoge claramente que las mujeres estaban dentro de la categoría de “ciudadanas pasivas”.


Olympia de Gouges. Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía (1791). Guillotinada en 1793, sin derecho a defensa, por los mismos que hablaban de la Libertad, Igualdad y Fraternidad.
De este modo, mientras a estos señores que redactaron la Declaración, se les llenaba la boca de igualdad y legalidad lo único a lo que querían hacer referencia realmente era a “fraternidad”. Según la RAE la fraternidad es “la amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales”. Traduciéndolo al lenguaje cotidiano: estos señores redactaron una Declaración en la que no sólo se apropiaban y ponían como buenos para ellos una serie de derechos y privilegios que nadie les podría arrebatar sino que, además,  lo hicieron bajo el manto de la legalidad, lo que les otorgaba un poder inamovible e inalcanzable para las mujeres.
  
Teniendo todos estos datos en cuenta, no podemos culpar a las mujeres de este siglo XXI, al cien por cien, del desconocimiento de las reivindicaciones que fervientemente llevaron a cabo los movimientos feministas desde el S.XVIII, así como de los logros conseguidos. Dichas reivindicaciones estaban dirigidas a conseguir para las mujeres derechos tan básicos como: la educación, el trabajo, derechos matrimoniales y sobre su descendencia, el voto de las mujeres, etc. Lamentablemente, a muchas las asesinaron por reivindicar y, otras, simplemente murieron sin haber conseguido ver sus derechos y reivindicaciones hechas realidad.

Por ello, querida amiga –la de la introducción-, ¿cómo puedes negar ser feminista si vives y disfrutas diariamente de los privilegios por los que lucharon los movimientos feministas? ¿Cómo puedes no sentirte representada con un movimiento, una ideología que lo que pretende es la “igualdad” entre todos los seres humanos respetando las diferencias? ¿Por qué en vez de dejar convencerte por las opiniones de un par de señores a los que no les gustan las mujeres que reclaman lo que es suyo, y las tachan de “locas”, “histéricas”, “amargadas” o simplemente intentan utilizar el término feminista como insulto -¡oh, qué malotes!-, te detienes un segundo a ver qué es lo que quieren estos movimientos feministas? No, amiga mía, lamento decirte que esos derechos de los que disfrutas, aún sin darte cuenta, no te han caído del cielo y te los han otorgado los hombres por ser tú; esos derechos son fruto de una lucha por la devolución de lo que es nuestro.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Ana Mato y las bolsas con agua para las moscas.

Con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, nuestra queridísima Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ¡ha abierto la boca! ¿Les extraña? ¿A que sí? A mí también, pero no sé si me extraña más que haya abierto la boca para hablar sobre Violencia de Género o que en estos momentos todavía alguien tenga las pocas tripas de ser la cabeza reprensentante de las reformas sanitarias acometidas por un gobierno fascista, homófobo e injusto.

Independientemente de cuál haya sido lo que más impresione me refiero a esta representante de la nueva Ley de Sanidad que quiere combatir el supuesto déficit existente en el Sistema Sanitario dejando fuera de él a la mitad de la población que reside en España y empujando a las personas que componen dicha población  -Sí, Ana Mato, la población de un país está compuesta por personas con vidas propias y no por números y datos estadísticos que es la visión limitada que tienen tus crueles compañeros de Gobierno-. a un futuro nada prometedor caracterizado por tres elementos fundamentales: enfermedad, sufrimiento y muerte. Obviamente el orden de estas tres características puede alterarse pues aunque la enfermedad lleve al sufrimiento, también es posible que sea al sufrimiento de la persona el que la lleve a enfermar, etc., pero no me pondré ahora a hacer algoritmos con conceptos pues intuyo que quienes están leyendo este post tienen la capacidad y la sensibilidad suficiente como para sacar sus propias conclusiones.

Al lío. Como se acercaba el Día Internacional contra la Violencia de Género y éste iba a celebrarse en un contexto empañado por las reformas de la Ley de Tasas para poder acceder a la justicia de este país llevadas a cabo por "El Vengador de la Justicia Católica" y machista más recalcitrante, qué diga, por el Ministro de Justicia Agallas-Don, Alberto Ruíz Gallardón para la Conferencia Episcopal, pues quería la mujer hacerse un lavadito de imagen. Para ello, no se le ocurrió otra cosa que lanzar la siguiente noticia: "En todos los procesos de Violencia de Género, las víctimas están exentas de pagar las tasas". ¡Yujuuuu!

Esta noticia quedaría muy bonita y convincente si este Gobierno del partido porculero (Partido Popular) acabara de llegar al poder y nos estuviera dando su batería de propuestas para sus cuatro años de dictaruda, qué diga, de legislatura. El problema es que esta noticia viene a darse a conocer después de que en los últimos meses el presupuesto para la prevención y atención especializada para las víctimas de Violencia de Género haya sido prácticamente borrado del Sistema. Viene después de una desmantelación continuada y frenética del Sistema de Bienestar español. ¿O es que me vas a decir, mi querida Ana, que se trabaja en la prevención de la Violencia cuando se acuchilla frenéticamente el Sistema Educativo, o cuando se borran de un plumazo los Servicios Sociales de este país y la atención a aquellas familias y personas que se encuentran en una situación de desventaja respecto al resto. Pero, mejor me lo pones, cuando esta propuesta viene de la representante de un partido político que se mostró en contra de la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género porque, ¡claro!, los hombres iban a ser denunciados injustamente por mujeres que se aprovecharían de una maldita Ley que por una vez tiene en cuenta su situación, -por su situación me refiero a la realidad social de las mujeres en España y este es un tema de gran debate teniendo en cuenta las graves lagunas existentes en dicha Ley-.

Ana Mato - Ministra de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales
En definitiva, las conclusiones que se pueden sacar de esta nueva propuesta política son dos: la primera, es que la Violencia de Género jamás podrá ser erradicada si las personas que gobiernan no sólo no están concienciados sobre el gran problema estructural que supone la Violencia de Género y la discriminación de las mujeres sino que se limitan a parchear un sistema cimentado en relaciones de desequilibrio de poder entre mujeres y hombres. Y, la segunda, es que este Gobierno se empeña en tomar las mismas medidas absurdas e ineficaces que toman aquellas personas que se pasan todo el verano colgando del techo de sus bares bolsas de plástico transparentes llenas de agua para que las moscas no entren. ¡Un absurdo en sí mismo Ana, y un absurdo tu propuesta!

Apertura de la Taberna del Licor Violeta

La Taberna del Licor Violeta es una pequeña parcela del ciberespacio que prentede dar cabida y cobijo a todas esas personas, independientemente de cualquier categoría o etiqueta que la sociedad les haya impuesto o con la que ellas mismas se sientan reflejadas, que tienen una "adicción" en común: el feminismo.

No sé a ustedes que les parece pero para mí el lugar más propicio para hablar de cualquier tema -que no para tomar decisiones- es el bar, la taberna, el chiringuito o como a cual una le guste llamarlo. Me refiero  concretamente a ese pequeño rinconcito con el que cada una mantiene una relación especial y en el que se  sienta a pasar las horas -cuando dispone de tiempo y dinero- cigarrito en una mano (para los que padecemos otras adicciones además del feminismo), una caña en la otra y, en frente, una o varias personas con las que comunicarse interrumpiendo la conversación únicamente para dar las gracias con una sonrisa a esa camarera o camarero que gustosamente te va reponiendo la ya mencionada cerveza. Sería lógico hacer referencia también a otro tipo de interrupciones como las visitas al baño, fruto de la ingesta de líquido, o las impertinentes llamadas al móvil, pero eso sucede en cualquier lugar.

Aclarado el porqué de la "taberna" pasaremos al porqué del licor violeta. La idea original era "La Taberna del feminismo" pero, conociendo la aversión de muchas personas a este término -fundamentalmente por ignorancia y desconocimiento del significado del mismo- y porque, tal y como afirma Nuria Varela, "el feminismo es un impertinente [...] porque cuestiona el orden establecido, y el orden establecido está muy bien establecido para quienes lo establecieron, es decir, para quienes se benefician de él", me pareció un título demasiado directo para la susceptibilidad de muchos. No podemos negar que hay personas que, al enfrentarse con un texto que les llama la atención o consideran interesante, sienten la curiosidad de continuar para saber más, pero, al toparse con palabras hacia las que sienten prejuicios, directamente cierran el libro o la página de Internet. Si les digo la verdad, eso es algo que no puedo entender, ¡cerrar unas páginas porque aparece la palabra "feminismo" pero inyectarse de manera intravenosa horas y horas de televisión en las que, aunque no se menciona la palabra "machismo", se percibe en todas y cada una de sus imágenes y diálogos! En definitiva, para no herir la susceptibilidad ajena -y porque quiero que la gente lea esto, aunque sea por encima-, decidí llamarlo "licor violeta".

J. Howard Miller,



Un licor de feminismo, de igualdad, de derechos y justicia social, de humanismo,... sólo que colocados dentro de un recipiente bonito y llamativo, tal y como le gustan a la sociedad actual las cosas. "Dame algo bello por fuera que ya decidiré yo si me gusta por dentro". Superficialidad y materialismo creo que se llama. Pero no pasa nada, lo importante es que las personas seamos conscientes de que estos gobernantes intentan someternos a una realidad machista y patriarcal que nos anule como personas y, más concretamente, como mujeres, y por ello no podemos dejar de luchar y de sacar a la luz todo aquello que vaya contra los principios de este "licor violeta".