jueves, 20 de junio de 2013

Si eres lesbiana, ¿por qué no te gusto?

Hace unas semanas publicaba el artículo "¿Y tú, cuándo descubriste que eras lesbiana?" y en él dejaba claro que, llegada la última fase:"sólo te queda conocer a una chica, dos, o tres... y así hasta infinito y disfrutar de la vida con total plenitud sin armarios, sin ocultarnos y llamando a las cosas por su nombre".

Pues bien, en este capítulo vamos a intentar ser previsoras y plantear algunas de las cuestiones y/o situaciones a las que tendrás que hacer frente una vez que tu círculo más íntimo sepa que eres lesbiana... o, simplemente, a esas personas que "se olían la tostada" desde tiempos remotos pero ahora pueden hablarlo contigo sin tapujos.

Una vez superado ese arduo a la par que placentero proceso en el que poco a poco interiorizas tu lesbianismo y te identificas como tal, ¿qué sucede? Pues que tendrás que salir al mundo a buscar más de las de "tu especie", digo yo. Y con esto no quiero decir que a partir de tu salida del armario sólo empieces a relacionarte con personas LGTB... ¡faltaría más! Tus amistades seguirán siendo las mismas, exceptuando a aquellas que hayan abandonado el barco cual ratas, -una carga menos, querida-. Nada de lo que hayas hecho en la vida habrá sido en vano: tus conocimientos seguirán en la cabeza, tus recuerdos, tus experiencias, tus capacidades, tus habilidades... Eso sí, puede que determinadas acciones cotidianas se transformen y añadas algunas nuevas. Necesitarás hablar con otras lesbianas para contrastar visiones del mundo, para saber o compartir con ellas cómo se han enfrentado a determinadas situaciones, libros protagonizados por lesbianas, películas, series, etc y, si surge, tener un par de experiencias sexuales tampoco te harán daño. Pero te advierto, ¡no te enamores de la primera chica que te haga un poco de caso porque entrarás en un bucle innecesario!

Dicho lo cual, quiero ejemplificar alguna de esas situaciones que, una vez tu círculo íntimo sea conocedor de tu lesbianismo, podrían ocurrirte. Así, por ejemplo, puede que cuando estés con un grupo de amigas cambiándose de ropa, en bañador o en cualquier tipo de situación que implique un poco de intimidad a alguna, de repente, le de la timidez. Sí querida amiga, y es que una vez que sales de armario algunas de las mujeres que están a tu alrededor sufren, de repente, el "Síndrome de estoy buena que me rompo y mi amiga lesbiana, como no tiene criterio, se enamorará de mi". A ver, "carita de perenquén", ¿qué te hace pensar que el hecho de ser mujer te convierte en objeto de mi deseo? Que puede que se de el caso de haber tenido multitud de encuentros sexuales con ella en tus sueños... o en tus "despiertos" pero ella no lo sabe y conocer el dato tampoco le va a aportar nada. 

Sin embargo, y dejando de lado el mencionado síndrome, existe una conversación, un diálogo al que SÍ o SÍ, antes o después, tarde o temprano, por la mañana o por la noche, sobria o con una cantidad de alcohol en sangre más alta que la de Aznar hablando sobre la DGT, tendrás que hacerle frente. Dicha comunicación se producirá, más que probablemente, con una de tus amigas más íntimas y, te advierto, querida bollera, no importa la respuesta que des, da igual la alternativa que elijas, no importa cuán rápida seas respondiendo y ni siquiera se valorará que estés diciendo la verdad o mientas, ella siempre, pero siempre siempre, se sentirá ofendida.

El diálogo transcurre, más o menos, de la siguiente manera:

Amiga: ¿Entonces eres lesbiana?
Bollera: Sí.
Amiga: ¿Eso es que te gustan las mujeres, no?
Bollera: Obvio. -Más perspicaz y te estalla el cerebro-.
Amiga: ¿Y te gusta alguna chica?
Bollera: Puede... 
Amiga: ¿Y por qué no me dices su nombre, que yo no se lo voy a decir a nadie? 

Y aquí comienza el declive de la conversación, la trampa para ratones, el principio del fin...

Bollera: No sé, no me gusta nadie... -lo mejor es mentir, tiempo al tiempo-.
Amiga: Mmmmm ¿y yo? ¿yo te gusto?

Ajá... ponte a pensar porque ya no hay escapatoria:

CASO 1: Si la respuesta es AFIRMATIVA

Bollera: Sí, bueno, algo... -mentira, estás locamente enamorada de ella. Es más, por ella descubriste que te gustaban las mujeres-.
Amiga: ¡LO SABÍA! ¡LO SABÍA!... -ahí alarde de humildad y tacto en modo infinito-. Dicho lo cual puede ofenderse, puede hacer como que no pasa nada, puede buscar miles de excusas para explicarte que ella no siente lo mismo pero que no quiere perder tu amistad... hasta puede que reconozca que a ella también le gustas y acabes teniendo una velada de amor o sexo, o de una combinación de ambas. Pero estas son sólo las consecuencias de la respuesta afirmativa.

CASO 2: Si la respuesta es NEGATIVA:

Bollera: Pues, lo cierto es que no...
Amiga: ¿Pero no me acabas de decir que te gustan las mujeres?
Bollera: Sí...
Amiga: ¿Y entonces, yo, por qué no te gusto? ¿Yo soy una mujer? ¿Soy fea o qué? Si soy guapa... mira mis piernas, mira mis tetas...-Todo esto en tono ofendido, obviamente-.
Bollera: Ya, pero es que no eres "mi tipo"...

Y ¡no sigas la conversación! Si empiezas a explicar el tipo de chica que te gusta entrarás en un terreno pantanoso del que te resultará complicado salir.

Como ves, compañera de "gustos culinarios", si creías que reconocer tu lesbianismo y salir del armario era lo peor que te podía suceder, ¡te equivocabas! Salir del armario es como descorchar una botella de vino... un ¡pum! una explosión, las situaciones adversas comienza cuando la gente empieza a beberse el vino de esa botella descorchada, y se pone un tanto "piripi", y se le suelta la lengua o se le "lengua la suelta", depende de cuanto de ese líquido hayan bebido. Pero no desesperes, ríete, diviértete, aprende de cada una de esas situaciones porque, al fin y al cabo, nunca dejarán de sucederte y, no es lo mismo algo que has afrontado con ironía, con sarcasmo, con risas, que recordar algo que de una u otra manera haya podido hacerte daño.

PD: Perenquén: una especie de lagartito pequeño endémico de las Islas Canarias, para que nos entendamos).




Si te ha gustado este episodio de la serie "Visibilidad Lésbica" no pases por alto los anteriores.





viernes, 14 de junio de 2013

Breve reflexión de una mujer de más de cincuenta años.

¿Quién no conoce o ha conocido a una mujer que en estos momentos ha superado el ecuador de un siglo? Quizás nuestra propia madre, o nuestra abuela, una hermana, la vecina de la puerta de enfrente que forma parte de la familia... Me refiero, concretamente, a mujeres que han formado parte de nuestras vidas desde hace muchos, muchos años. Mujeres a las que hemos visto pasar por distintas etapas y períodos, que nos han permitido ser testigos de primera mano de la forma en la que han hecho frente a los distintos acontecimientos de la vida. Esas situaciones que nosotras, amparándonos en nuestra juventud, siempre hemos visto lejanos...

Pues hoy, esta tabernera siente un placer infinito por tener la posibilidad de leer un pequeño fragmento, unas reconfortantes y maravillosas palabras escritas por una de estas mujeres: 56 años, madre, amiga, hermana, hija... una mujer, que desde el anonimato, merece ser ejemplo de manera de estar en el mundo. Inteligente, creativa, amable y con una riqueza interior y tal cantidad de cosas que mostrarnos, que -sin que se ofenda- ella misma se ha dado cuenta que posee. Por eso, espero que esta sea la primera de una larga lista de participaciones, porque aprender de la experiencia de los demás, de la sabiduría que acumula, enriquece nuestras vidas y calma nuestras existencias. Muchas gracias "Púnica".


En unos días cumpliré 56 años…

Que asustada estaba cuando iba a cumplir los 50. Medio siglo. Recuerdo pensar: “Es el empezose del acabose”… Y yo, que siempre he sido mujer llena de complejos e inseguridades que he tratado de disimular de mil maneras, comencé una larga etapa de reflexión. Quería ubicarme en el espacio, en el tiempo, en la vida. Decidí que debía revisar muchas cosas, mejor dicho, ¡todo!,  así que, me retiré a un monasterio dentro de mí misma. Mi vida, siguió siendo la misma a ojos de los que no me conocían. Los que sí, supieron de mi íntimo viaje.

Busqué, escarbé, volví patas arriba, removí hasta el más recóndito de los recovecos de mi ser.  No negaré que hubo dolor, sufrimiento.

Hoy, puedo decir, que soy una mujer feliz. Libre. Y cuando digo “libre”, me refiero a esa libertad que me da el haberme despojado de conflictos, internos y externos, prejuicios. Libertad en mi manera de expresarme, de decidir. He hecho limpieza y tirado a la basura muchas cosas que estaban instaladas en mí. He quitado cosas viejas e inservibles para que entren otras nuevas.

Y como si la vida fuese una escalera de doble sentido, físicamente, he descendido varios peldaños, pero espiritualmente, he subido otros tantos.

Pasados unos años de la entrada en el medio siglo, un día de esos en que estaba con los biorritmos altos, un día de esos en los que estaba mostrando gratitud a la vida por la generosidad que siempre ha mostrado conmigo, recuerdo que me sentí como un cohete, en el que la lanzadera fue el número 50. Un cohete, que había sido lanzada al espacio y que estaba descubriendo estrellas y constelaciones, mundos desconocidos. Tengo los pies en la tierra, pero miro a las estrellas. Y a la vez, yo que quería ser arqueóloga en mis años de estudiante, me encuentro con que he conseguido llegar a serlo, pero la excavación en la que trabajo es la de mi propio yo.


Ahora, me gusta decir que estoy en la edad de oro. Que soy una mujer afortunada a la que se le ha dado la oportunidad de volver a nacer, como así ha sido. Disfruto el momento. Leo, reflexiono, estudio, me muevo, respiro, río, amo. Siempre curiosa. Al despojarme de lastres, camino ligera de carga. Me encuentro en un estado de aceptación tal que a veces pienso si no estaré un poco chiflada.

Siempre les digo a mis amigas, casi todas más jóvenes que yo, que “lo mejor está por venir”. Así ha sido en mi caso.

Púnica.

viernes, 7 de junio de 2013

Operación biquini, operación granini... ¡operación tinto de verano!

Operación tinto de verano, todo el día con el vaso en la mano.

Se acerca el verano, el calor pegajoso, el sol, las prendas vaporosas que cubran la mínima expresión, la playa, la piscina, el bronceado, el olor a crema protectora y salitre, las cañas a media tarde, ¿suena prometedor, verdad? ¡Pues no!

Al parecer existe una conjunción de usos y costumbres patriarcales, misóginos y retrógrados que están -o intentan que estén- socialmente aceptados e interiorizados en nuestras carnes, cual microchips de identificación "perruna", que impiden que las situaciones antes mencionadas se disfruten tal y como vienen, con absoluta naturalidad. 

Una vez finalizado el puente de "Semana Santa", es decir, una vez superado el proyecto piloto de vacaciones de verano, comienza el bombardeo de los medios de comunicación, unas veces sutil y casi imperceptible y otras cruel y descarado, en relación a "La Operación Biquini". Y es que no, mujeres todas, el verano no es una estación cualquiera. La inminente llegada del solsticio de verano implica la cobertura de una serie de necesidades ficticias y absurdas inventadas por quienes ostentan el poder patriarcal: multinacionales, empresas capitalistas y sus insaciables maquinarias de marketing, cuya finalidad es decidir por nosotras y controlar nuestra demanda, es decir, los productos que ofrecen, y de ese modo, poder controlar nuestros cuerpos. ¡Vale ya de tonterías!

A continuación, vamos a realizar un breve repaso de cuáles son esos "sacrificios" que las mujeres, si hiciéramos caso a los medios de comunicación, deberíamos tener en cuenta antes de presentarnos en una playa o piscina con un biquini. Advertencia: no llevar a "raja tabla" las recomendaciones expuestas en las siguientes líneas puede elevar los niveles de felicidad, autoestima, amor propio, naturalidad y belleza y, lo mejor de todo, puede provocar la reflexión en aquellas que aún no se han atrevido.

1º: El peso: la cantidad de masa corporal que poseas al parecer no es negociable en el reino de machirulandia. No puede llegar el verano y que tú oses presentarte en la piscina con un índice de masa corporal superior al de un feto. Dicen las malas lenguas que una vez se propusieron en el despacho del director de una multinacional de la industria textil -lo que viene siendo ropa- las siguientes ideas: "Si tomas laxante, delgada al instante", o "si se te marcan las costillas es que estás delgadilla", pero mi favorita, sin duda era "si se te sobresale el esternón es que eres una tía cañón". En fin, como queda fuera de mis competencias poder demostrar la veracidad de mis palabras recurriré a una campaña real, para este año 2013, de la empresa Granini -Mierdinini de ahora en adelante".


Anuncio de Granini, 2013. "Antes delgada que sencilla".

"Antes delgada que sencilla. 1 hora andando con tacones, 200 calorías. Operación Bikinini, ni engordas, ni te amargas". Como ven, queridas, es muy sencillo tener el peso perfecto para cumplir las expectativas machirulas este verano. Lo fundamental es, según el anuncio, tener unos tobillos del grosor de una ramita de perejil que obviamente combinan estupendamente con unos tacones. Y es que, ¿qué mejor instrumento de control y represión de mujeres que unos zapatos de tacón, que no sólo malformen nuestros pies y destrozan nuestra columna vertebral, sino que, además, su función más retorcida es la de mantener controlada nuestra forma de caminar? ¿Eh, eh? ¿Por qué no proponen la masturbación para quemar calorías y luego si te apetece te tomas un juguito -zumo en la Península- para hidratarte? Demasiado transgresor para esta gente.


El biquini: ¿Dónde ha quedado aquel bañador deportivo que te remangabas a la altura del ombligo si querías coger sol en las tetorras? ¿Dónde? Volviendo al presente. Si al salir a la calle es fundamental llevar ropa "a la moda" ya ni te cuento la relevancia infinita del biquini. Como puedes ver, no hablo ni del bañador, pieza imprescindible para quien vaya a tirarse de un trampolín y, mucho menos del triquini, porque tras mucha reflexión la única utilidad que le he hallado es la de convertir tu cuerpo en el de una cebra, no hay otra.

RAE. Definición de biquini.
Desconozco quién es la persona que diseña el modelo de biquini que se llevará cada temporada, ahora bien, lo que tengo bastante claro es que no es una mujer o, al menos, no una mujer que use biquini. Y es que, vamos a ver, ¿por qué se empeñan en hacer corresponder una parte alta con una baja? ¿Cuál es el porcentaje de mujeres a las que le encajan a la perfección ambas partes? ¿Alguien ha pensado en las pechugonas sin culo? ¿Y las culonas sin pechos?... Pero mi pregunta estrella es: si la operación biquini tiene como finalidad que tengas un cuerpo reducido en el que la mayor protuberancia que sobresalga deben ser las articulaciones, ¿por qué luego rellenas las partes altas de todos los biquinis con kilos y kilos de gomaespuma? ¿No quieres que estemos delgadas? Pues venga, a joderse y roer hueso. Además, ¿crees que somos unas vacas para tener que estar constantemente ordeñándonos el relleno? En fin.

Además del peso y el biquini, debemos tener cuidado con otras cuestiones:

- Nada de pelo: aunque la naturaleza humana esté desarrollada para que nos salga pelo en todo el cuerpo tú debes cumplir las expectativas machirulas y quitártelo... sabrá más que el cuerpo humano que los deseos patriarcales...

- Maquillada a la playa: ya no vale que vayas con la cara limpia a la playa, ¡para eso han creado el maquillaje "water resistent"!, casi tan importante como la vacuna contra la viruela.

-Nada de olor: no olvides llevar desodorante a la playa, el olor corporal es casi tan malo como abandonar a un cachorrito en el monte.

PD: Las cuestiones aquí planteadas son sólo aplicables para las mujeres y si no lo creen al refranero español recurro: "el hombre como el oso, cuando más pelo más hermoso"; "un hombre de pelo en pecho" o "el olor a sudor masculino"... 


Operación "TINTO DE VERANO".

Dicho lo cual propongo sustituir la operación biquini por "La operación Tinto de Verano, todo el día con el vaso en la mano". O, en su defecto "La operación tomar cañas y, si engordamos, pues nos compramos otra talla".